Nicolás Ramírez fue condenado a 12 años y 4 meses de prisión, un monto menor al que habían pactado su defensa y la fiscalía. Quedó envuelto en una historia de traición y codicia por una herencia millonaria.
Nicolás Ramírez fue condenado a 12 años y 4 meses de prisión por haber intentado matar a balazos a un abogado por pedido de una mujer y su pareja policía, que querían “bajar” al letrado para no pagarle unos 200.000 dólares en horarios por una millonaria herencia.
En un juicio abreviado realizado en el Tribunal Oral en lo Criminal Oral N° 1, el juez Pablo Viñas condenó a
Ramírez por “homicidio triplemente agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por precio o promesa remuneratoria y por el uso de arma de fuego, en grado de tentativa”, por haberle disparado al abogado Carlos Castillo el 15 junio de 2015 en su estudio jurídico de Alvarado y Alvear.
En un primer momento, la defensora oficial Laura Solari y el fiscal Juan Pablo Lódola habían acordado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 una pena superior a la impuesta por Viñas, de 13 años y 4 meses de prisión.
De hecho, fuentes consultadas por LA CAPITAL habían asegurado que ese monto de pena era el menor que Ramírez podía recibir por lo que había hecho.
A pesar de ese acuerdo, el Tribunal N°2 tuvo que declararse “incompetente” ya que los otros dos imputados que figuran en la causa -Susana Esquivel y Miguel Ángel Marote- no acordaron pena en juicio abreviado.
De esta manera, el caso de Ramírez llegó al Tribunal Oral en lo Criminal N°1, a las manos de Viñas, quien al no haber encontrado agravantes y teniento en cuenta que el imputado había confesado el intento de asesinato, readecuó la pena a 12 años y 4 meses de prisión.
Aún no hay fecha para el juicio contra Marote y Esquivel.
De ladrón a sicario
Ramírez había llegado a apuntarle con una pistola a un abogado que no conocía tras haber quedado envuelto en una historia de codicias y traiciones protagonizada por Susana Esquivel y su pareja, el policía Miguel Ángel Marote.
Para entender la trama hay que retrotraerse unos años antes. Susana Esquivel vive su propia película romántica y se casa con su jefe, Reinaldo Bensi, un millonario 40 años mayor que ella.
En junio de 2014 Bensi muere en un accidente de tránsito y Esquivel, que tenía como pareja extramatrimonial a un efectivo de la Policía Bonaerense llamado Marote, queda como principal heredera.
Para la sucesión -de una fortuna cercana a los 10.000.000 de dólares- Esquivel contrató al abogado Cristian Castillo y le firmó un poder a su pareja, Marote, para que manejara sus bienes.
En ese contexto, el abogado Castillo le alertó a Esquivel que Marote parecía querer quedarse con todos sus bienes y la mujer, que según declaraciones de testigos coqueteaba con el abogado, le aseguró que tenía miedo de su pareja, que la tenía prácticamente secuestrada, amenazada y que quería revocarle el poder.
Ya con la sucesión avanzada, Esquivel adeudaba unos 200.000 dólares a Castillo en honorarios, honorarios que Marote no tenía ningún interés en abonar.
De acuerdo a las conclusiones de los investigadores, para evitar el pago de los honorarios y por los celos que Marote sentía entre Esquivel y Castillo y por temor a perder la administración de sus bienes es que idean un plan “simple”: matar al letrado.
Según Esquivel, Marote le dijo que había que “bajar” a Castillo. Es decir asesinarlo. Y para eso ella tenía que encargarse de contactar a alguien. Ese alguien era Ramírez.
Esquivel contactó a Ramírez por Facebook, ya que el joven de 25 años era hermano de una amiga de ella y, sabía, que había tenido algunos “conflictos con la ley”, aunque menores. Algún robo en Balcarce, no más. Nada tan lejano como ser sicario y vender muerte por redes sociales.
A principios de junio Ramírez viajó de Balcarce a Mar del Plata para ver a Esquivel, quien se le habría insinuado para convencerlo del viaje.
Claramente las cosas no salieron como Ramírez pensaba. No tuvo ningún tipo de encuentro amoroso con Esquivel sino que conoció también al policía Marote, quien, mediante amenazas, le dijo que tenía que matar al abogado Castillo si no quería ver muerta a su familia y terminar en prisión.
El 15 junio Ramírez volvió a Mar del Plata. Cerca de las 20.40, Susana Esquivel se presentó en el estudio jurídico de Castillo y mantuvo una reunión con él. Luego, le dijo que tenía que ir hasta la vereda para buscar a su hija, a quien había dejado en el auto con su hermano. Al salir, acompañada de Castillo, Ramírez se presentó, como un familiar de Esquivel e ingresó al lugar. Una vez adentro extrajo un arma, obligó al abogado a tirarse al suelo y le disparó en la cara, dándolo por muerto. Luego, se retiró junto a la mujer y la hija de ella, ambas testigos de lo que había sucedido.
“Ella me lo armó, me lo hizo, me pegaron un tiro”, dijo Castillo a su hijo cuando lo visitó en el Hospital Privado la Comunidad. Luego, el hombre, aportaría información específica sobre Esquivel y Marote para que la policía los detuviera y, también, reconocería a Ramírez como el joven que le había disparado en el rostro.